Juan Camilo Estrada
Integrante de Diverser
Línea de Educación y Género
Imagen tomada de: https://www.ticliblaxland.com.au/
El pasado miércoles 19 de mayo del 2021 el portal de noticias Minuto30 publicó en su página de Facebook un reportaje titulado “Fue enviado a la cárcel por tener relaciones sexuales con su novia de 13 años de edad”, que narra una situación en la cual “el investigado habría sostenido relaciones sexuales consentidas con su novia de 13 años de edad y al parecer, ese mismo día le habría suministrado a la menor sustancias estupefacientes”.
La nota en sí es problemática debido a la forma en que describe un evidente caso de abuso sexual a una menor de edad; sin embargo, no es ese el énfasis de esta disertación, sino los argumentos empleados por usuarios y usuarias de Facebook para justificar e incluso definir como víctima al “investigado”, como le llaman en la nota.
En menos de 24 horas la noticia ya tenía más de 200 comentarios en la red social, unos condenando al acusado, otros excusándolo y, aún más preocupante, algunos condenando a la niña, siendo así que la víctima se convierte ante sus ojos, en la victimaria.
Ya nos hemos acostumbrado a las ridículas justificaciones en casos de violación o violencia sexual: ¿por qué iba vestida así? ¿qué hacía sola a esa hora de la noche? ¿por qué aceptó salir con él si no lo conocía bien? entre tantas otras que tienen como propósito culpar a las mujeres y eximir a los hombres, andamios de la cultura de la violación. En este caso particular la misoginia banalizada aparece en niveles peligrosos, máxime cuando la víctima es una niña.
¿Y de quién es la culpa?
Empecemos por aquellos comentarios encaminados a justificar al agresor. El argumento recurrente busca la responsabilidad del hecho en la presencia/ausencia de la familia, con especial énfasis en la madre (claro, la principal responsable del cuidado de hijos e hijas es la madre -¿otra forma de excusar a los hombres?-). Una usuaria se pregunta “donde estan los padres de la esa culicontenta” (SIC), cuestionamiento que luego se ve apoyado en dos comentarios adicionales: “Las mismas mamás les hacen los 4tos ala niña con manes para sacarles plata eso se ve mucho” (SIC) y “conozco a más de una madre q aprueba q la hija de 11 y 12 años tenga novio entonces que esperamos nada bueno de esto” (SIC). Si bien la responsabilidad de padres, madres o personas adultas que tutelan los derechos de niños, niñas y jóvenes, es un debate importante en este tipo de casos y otros que atentan contra su integridad, pareciera ser que quienes hacen estos comentarios tienen una mayor preocupación por la culpabilidad de “los padres” (que como vemos usualmente termina en padres igual a madre), que por el delito en sí cometido por el “investigado”, como lo reafirma un último comentario: “no entiendo porque una niña de apenas 13 años ya tiene novio ,hoy en día no son avispadas sino para conseguir novio desde temprana edad eso también está en la autoridad que tengan los padres y el cuidado que les den a sus hijas”. (SIC)
Un segundo grupo de comentarios que buscan justificar al agresor se centran en exaltar una actitud supuestamente generalizada entre las niñas “hoy en día” para buscar hombres mayores, tener relaciones sexuales en edad temprana, e incluso de consumir sustancias psicoactivas. Un usuario interpela a otra: “pero quien puede asegurar que ‘la drogaba’ en contra de su voluntad?, fácilmente ella se drogaba con él, son cosas distintas” (SIC) y otros tantos hacen referencia a las prácticas sexuales que asumen, están generalizadas entre las niñas: “Y lamentable mente son las niñas las que retacan a los hombres hoy en día la mayoría” (SIC), “Y fue que la violó o que ya las niñas a esa edad quieren vivir ensartadas” (SIC), “Hay niñas de 13 años q están las rotas q un colador y son más cilucalientes q una mujer mayor” (SIC).
Comentarios todos que ubican a las niñas como las culpables de este tipo de abusos que, a la luz de la ley (y esperaría uno que desde el sentido común) son responsabilidad del adulto implicado; sin embargo, parece un argumento incomprensible para quienes ignoran que el consentimiento tiene edad y que el mundo no funciona como quisieran: “Si ella quiso NO entiendo porque lo enviaron a la cárcel a estas niñas de hoy desde muy temprana edad les pica eso” (SIC).
Finalmente, dos comentarios llaman la atención, difícilmente clasificables como los anteriores pero al fin y al cabo manifestaciones de la cultura patriarcal que sexualiza a la infancia y defiende a los verdaderos culpables. El primero es una expresión bastante conocida, repetida hasta el cansancio, normalizada y aún así, aberrante: “si tiene pelitos ya es legal”. El segundo sin embargo, es el peor, y tal vez lo peor que he podido leer en muchos años en comentarios de Facebook: “Le salio caro ese polvito. cuantos años le van meter y lo peor para él.si la niña no estaba virgen Mas duro va ser hay pagar varios años por nada” (SIC).
El comentario en su totalidad es una fuente de desesperanza en la humanidad, no obstante, la afirmación “si la niña no estaba virgen Mas duro va ser hay pagar varios años por nada” (SIC) nos da a entender que para este usuario, si la niña fuese “virgen” tendría algún sentido acceder sexualmente a ella (¡violarla!) de lo contrario, no valdría la pena afrontar esa condena. Este comentario abre un debate mucho más profundo en torno a la mercantilización de los cuerpos de las niñas y la exaltación de la “virginidad” como un bien de cambio, sin olvidar por supuesto la clara actitud glorificadora de la pedofilia, como si “quitar virginidades” fuera un concurso, una práctica que merece ser vanagloriada.
Víctima y victimaria
Ahora bien, hasta el momento hemos visto los intentos por hacer parecer que el agresor tenía razones para hacerlo, que no es completamente su culpa, que es presa de las circunstancias o como dirían tantas personas, incapaz de controlar sus instintos y por eso hay que encontrar formas de excusarlo. Pero otra serie de comentarios van mucho más allá y lo que pretenden (con o sin intención) es volver a la víctima, una victimaria que se aprovecha de la incapacidad del hombre para controlar sus impulsos sexuales (necesidades, dirían algunos).
El primer comentario versa: “que hace una niña de 13 años metiéndose con uno de 27? Deja mucho que desear desde la base de su crianza y sin contar lo que hacía con el” (SIC), el pobre hombre es perjudicado por una malvada niña de trece años, ya que como dice otro usuario: “ellas les gusta los hombres mayores ellas son las que los buscan” (SIC), el adulto no tiene otra opción que ceder ante las intenciones sexuales de la niña, él es uno más de los que caen en sus garras: “Muchas. Veces. Los hombres. Son perseguidos por. Estas. Niñas. K. No tienen. Ningun control. Por parte. D sus. Padres. K las. Dejan hacen lo k quieran” (SIC).
La historia continúa, con una usuaria que tiene muchas certezas: “Nose q de raro leven, si aquí en Medellín eso es normal y esas niñas a esa edad sonsacadoras y quieren saber más sus padres las ponen a planificar porque la mayoría salen en embarazo entonces la culpa de quién es de las putas q las parió” (SIC), para ella el hombre es víctima de unas familias (madres) que crían a sus hijas para ser “sacadoras” y para que se aprovechen de adultos indefensos, quienes también pueden ser objeto de denuncias “sin fundamento” como sostiene otro usuario: “en muchos casos ellas lo hacen por voluntad propia, eso no es ningpun abuso, abuso realmente es que denuncien algo que ellas mismas han propiciado.” (SIC), porque desde su perspectiva, aunque el delito exista y recaiga sobre el adulto, la verdadera culpable es la niña, que de acuerdo con una usuaria, debería estar haciendo otras cosas en lugar de perjudicar a hombres que doblan su edad pero son incapaces de autorregularse: “porque no estudian porque no leen porque no se informan y no en vez de eso se colocan a conseguir novio mayores que ellas” (SIC).
Vemos cómo estas personas hacen responsable a la niña, el perpetrador del abuso es mencionado sólo en calidad de víctima, tanto así que hacen recomendaciones para evitar este tipo de situaciones: “Hombres siempre pidan cédula o documento de identidad. No es un chiste es verdad... Nada raro es ver la juventud promiscua de hoy... Eviten esas situaciones…”, e invocan deidades para que les protejan: “líbranos señor de esas niñas de 13 jajajaja que parecen de 18 jajaja”.
Nos enfrentamos así a una cantidad de personas que, sin más que sus propios prejuicios, desconociendo la ley y sin el más mínimo reconocimiento de la infancia, culpan a la niña de una situación que no puede ser nombrada “sexo consentido”, es acceso carnal abusivo con menor de catorce años (Código Penal, Artículo 208), según el cual: El que acceda carnalmente a persona menor de catorce (14) años, incurrirá en prisión de doce (12) a veinte (20) años. Pero reitero, esto es indiferente para quienes nos iluminan con sus comentarios, su intención final es volver víctima al victimario, y por supuesto, victimaria a la víctima.
¿Dónde está el sentido común?
Afortunadamente no todos los comentarios de esta nota se ubican en las categorías descritas, también se manifestaron personas, que en respuesta a los comentarios enunciados, muestran que el respeto por la infancia no está del todo perdido.
En respuesta a un comentario que ponía en duda la inocencia de la niña, una usuaria dice que “un hombre de 27 años no debería de estar con una de 13”, y plantea dos argumentos muy importantes: “1. Es delito así acceda porque a esa edad no se cuenta con un criterio propio y apenas se esta desarrollando la personalidad, 2. Una niña de 13 años es fácil de manipular, es una edad en la que se empiezan a descubrir todo y fácilmente la pueden chantajear” (SIC), es notoria una actitud completamente distinta, en defensa de la niña y en consonancia con la legislación, reconociendo además las implicaciones de la amplia diferencia etaria.
Una usuaria, ante la insistencia en que el delito radica en haberla drogado y no en acceder sexualmente a ella siendo menor de 14 años indica que “aunque no la hubiera drogado igual lo meten preso, sigue siendo delito, no se puede tener relaciones sexuales con niños de 14 años para abajo, así este mismo diera el consentimiento, uno siendo adulto tiene más nociones de todo y conocimiento de la ley la cual debe respetar sino se atiene a las consecuencias, ahí no hay pero que valga”, dando cuenta de la responsabilidad central que tiene la persona adulta, por más que esta quiera ser desplazada hacia la niña, tal cual afirma otra usuaria: “es como que yo con 30 dijera que el niño de 13 me convenció de hacerlo y que como sus papás no lo veían mal pues me lo permitieron y la culpa es de el universo y no mía por violar la ley, o sea eso no tiene justificación alguna.”
Al hacer una lectura general de los comentarios encontramos que aquellos que dan cuenta de la legislación y ubican la responsabilidad en el adulto son, en términos de frecuencia, una inmensa minoría; la mayor parte de los comentarios están enfocados en, como lo vimos, justificar al agresor o volverlo una víctima, tanto de la niña descrita casi en términos de una bestia sexual desenfrenada, como de sus propios impulsos incontrolables.
Esta es una de esas situaciones que se suma a una la larga lista en la cual, en medio de esta sociedad patriarcal, se consolida la llamada cultura de la violación, un conjunto de creencias y prácticas que minimizan la violación, la ocultan o la legitiman casi como un derecho de posesión sobre los cuerpos de las mujeres. Algo que debería ser claro para todas las personas pero evidentemente no lo es, es que el sexo con consentimiento (como tendría que serlo en todos los casos) es sexo; por su parte, el sexo sin consentimiento es violación, si una niña de 13 años no puede legalmente dar su consentimiento, es un violación y por ende el adulto involucrado es un criminal, por más que encontremos un millón de excusas para demostrar que la niña actuó consentidamente.
Honestamente este tipo de comentarios, así como las actitudes e imaginarios que hay detrás, no sorprenden, es la cotidianidad y la pregunta que queda es ¿qué nos falta para dejar de justificar la pedofilia y la sexualización de la infancia?, ya que esto es lo que se desprende de la revisión presentada: la pedofilia justificada en una idea colectivizada de las niñas como depredadoras sexuales de hombres adultos indefensos.
Dejo abierta la pregunta por el compromiso que nos asiste a maestras y maestros en esta tarea, que no es solamente educar a las niñas y jóvenes para tener una vida sexual responsable como pretenden muchas de estas personas, sino también, y quizá más importante ¿cómo educar a los varones? ¿cómo aportamos desde su educación a romper el histórico pacto patriarcal? no sólo con los que están en etapa escolar, la labor yace también en la intervención educativa con los adultos, al fin y al cabo responsables en el cuidado de la infancia y la juventud como un compromiso de toda la sociedad.
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